miércoles, 15 de abril de 2009

Manifiesto de un pretendido movimiento irracionalista blogger

A todos los que blogean, porque blogear es escribir en tu cuaderno tambien, es entrar a un baño y poner "caga cantando para que el mojon salga bailando", porque blogear es ahora escribir, asi como comprar es kotear:
1. dejen esa mania de escribir sobre cuestiones serias. Martin Tanaka lo hace y no lo leen mas que un par de personas, nisiquiera su mama. puede que este diciendo cosas serias pero no interesa porque en este mundo, ttodos, yo tambien, preferiremos leer a Renato Cisneros o ver videos en youtube.
2. dejen los formalismos, porque se cita en el blog??, si es el terreno de la anarquia, los blogers irracionalistas copiamos fotos, archivos, videos de otros. No contrastamos informacion porque tampoco la damos. Siempre se da una opinion, y no importa si en el Utero de marita creen lo contrario.
3. los blogers irracionalistas aborrecemos a izquierdistas y derechistas de la red. Somos subjetivos, provocadores, puede que nos importe un carajo lo que pasa en el mundo, pero nos nace, irracionalmente, apagar las luces el dia de la tierra, mientras quienes proclamas su compromiso con el mundo cargan sus celulares en vuelos de miles de kilometros que gastan gasolina, tiempo y hacen al mundo mas pobre.
4. Los irracionalistas somos como los dadaistas de la red. Creemos que el blog es nada, no importa. Queremos cambiar el mundo con nada. Porque Bush no dejo de esr imbecil poruqe escribiamos contra el, porque cambiamos el mundo y ahora el presidente de los gringos es Obama, y eso es mejor.
5. Los irracionalistas combinamos todo en el blog. Desde cuentos, historias, relatos, cronicas, novelas, que nadie nunca leera, como este manifiesto, pero que constituyen un universo extraño, el de quienes necesitamos exponernos poruqe nos jode quedarnos solo con nosotros, uno solo.
6. Entonces creamos alter egos y decimos "que imbecil el que escribe en ese blog" o " ese weon escribe de puta madre", y al final somos nosotros, y somos blogers.
7. Los irracionalistas cagamos al lenguaje. Lo utilizamos en demasia, y de tanto utilizarlo lo destruimos y construimos uno propio. Puede que escribamos en chino o con latinazgos inexistentes, como la falacia ad tongo.
8. Creamos categorias inexistentes, para los blogers existen efectos bola de nieve que nos introducen a nuevos marcos teoricos inconcebibles para los libros y formalismos.

Estamos ahi, en medio de todos, escondidos o escandalosos, nos importa un carajo que nos lean o no, y les importara un carajo lo que escribo...

lunes, 13 de abril de 2009

El dia que unas palomas derrocaron a un presidente.


Ya lo decía el viejo adagio de una vieja cultura de la cual se perdió el nombre, mas nunca la enseñanza: "nunca subestimes el poder de una paloma". Aquel día el calor era especialmente intenso. Un sol rojo judía a los pocos transeúntes que paseaban cansinos por las calles en un viernes santo mas tortuoso que de costumbre. La habitual curiosidad de los turistas se había ido al carajo, como la democracia de este pequeño país escondido entre las tierras de la gran riqueza y los limites del mundo, en los que debían vivir enormes monstruos de siete cabezas, siete colas y siete pitos (consecuencia lógica de un azar infortunado). En resumen era un mal día, y las palomas lo sentían también así. Yo las veía desde mi cómoda posición, sentado en un cafecito con olor a pichi a media cuadra de la plazoleta que hacia las veces de orgullo nacional para este golpeado y vapuleado lugar nebuloso. Ninguna sonrisa, uno que otro llanto de un niño regordete que quería un helado porque el azúcar de su cuerpo se consumía demasiado rápido para lo que su adiposidad requería. Unos son felices siendo gordos, y se quieren quedar así pensé. Lo demás...estupor y molestia silenciosa, un calvario llevado por cada uno con una estoica cara de "estoy feliz y deja de mirarme carajo".

Los guardias que custodiaban el palacio de gobierno seguro pensarían en lo absurdo de usar una chaqueta roja y pesada en pleno verano. Pero a ellos no se les permitía ni el ademán que genera lo absurdo en la cara, no se les permitía ademanes, no se les permitía pensar. Un mayor que obedecía a su vez a otro mayor que tenia otro nombre pero que igual mandaba sobre el mayor, y ad infinitum hasta volver al monstruo mítico de las siete cabezas, el que debía de mandar, se suponía, a este lugar y los demás lugares, esos que eran lejanos, esos que los de chaqueta roja en verano no conocían. Y por eso, cualquier oposición o crítica era insostenible, porque iba dirigida contra algo pero no alguien, contra mucho pero a la vez nada. A joderse y a aguantar que el calor pasara, y a 3600 msnm en algún momento el calor cede en su empecinamiento, y los habitantes celebran con sonrisas las primeras brisas de una tarde añorada como nunca, un crepúsculo placentero.

La cuestión con las palomas no se presentaba tan prometedora. Días, semanas y meses se sucedían sin que se pudieran dar un buen festín. Huelgas, paros, nuevamente huelgas y una que otra bomba lacrimógena hicieron de ese paraíso de migas de pan seco y agua salida de la piletita de la plaza, un infierno de palos, piedras, gritos y política, la peor de la especies de lo detestable. Sus cuerpos famélicos se cansaban de clamar piedad en silencio, caminando alrededor de los manifestantes para que estos aplaquen sus furias ideológicas, y entonces una volatilidad inusitada las poseyó en aquella mañana de mierda. Yo las veía desde el cafecito de la plaza con un miedo insipiente ante su posible insurrección. Razones no faltaban. Una brisa se llevo la urea del olor a pichi y me dejo lo que debía ser el olor del agua, o talvez de mis axilas sin desodorante porque me olvide de comprar uno. Total que importaba, yo era un turista en esta ciudad y cualquiera que soportara el olor de mis efluvios corporales lo haría solo por hoy, pues mañana no seria mas que un molesto recuerdo, el del idiota que se atrevió a venir a la ciudad escondida, a la plazoleta imponente, al cafecito orinado, sin desodorante.

Eran las 10.50 de la mañana cuando arranco la insurrección. La guía, una paloma de pico filudo pero rajado en alguna pelea por la supremacía de la bandada, camino hacia uno de los guardias haciendo un extraño gesto con la cabeza. A veces los hombres somos tan estupidos que no comprendemos las señales inequívocas del peligro eminente. El guardia la ignoro, grave error. Yo debí bajar corriendo las escaleras del cafecito, cruzar frente a la pileta y advertirle al guardia que las palomas no estaban jugando, que algo tramaban y que le daban la posibilidad de evitar el enfrentamiento directo. Pero el cansancio de nada me venció, el aburrimiento del tipo del que un filósofo dijo que puede causar las elucubraciones más trascendentales en los espíritus elevados, causo en mí el aplastamiento mas descarado. Era un cuerpo inerte 10 veces mas pesado de lo normal, sentado en una sillita mediocre. Debí haber bajado, pero la historia no se hace de debis sino de hices. No baje, no advertí, no sude y entonces la revolución se desato. Las palomas emprendieron vuelo, raudas y furiosas en círculos alrededor de la placita, asustando a los turistas y de paso jodiendo las fotos que les mandarían a sus familiares en esos países bonitos pero aburridos, en los que los cafecitos no olían a pichi ni las palomas se rebelaban. Yo cogi mi lapicero y escribí alguna grafía, ahora ininteligible, que me recordaba rememorar el día en el que vi que la conciencia de clase llegaba a los animales. Pero entonces, al recordar la barba abundante de Marx, la imagen de papa Noel me obnubilo y mi revolucionario se torno un burguesito de diez años esperando su regalo cada 25 de diciembre.

Las palomas emitían sonidos míticos salidos no de sus pequeños estómagos sino del aire. El también se rebelaba, al igual que las sillas, que las piletas y que los fusiles de los guardias. Estaban hartos de tanto calor, de tanto absurdo, de tanta huelga y de tanta bomba lacrimógena. Los ojos de todos parecían saltar con cada nuevo grito de guerra. Querían revelarse y decir "carajo deja de hacerme llorar con cada bomba que lanzas, y que solo me afecta a mí, ojo que llora".

El presidentito, un tipo pequeño y regordete, se sobresalto ante tanto alboroto fuera, pensó que talvez la oposición venia a derrocarlo, pero lo cierto es que la historia le guardaba un destino mas digno. No seria el cuchucientavo presidente en ser revocado por un golpe en ese país, sino el primer (y único) mandatario en ser revocado por la furia informe de un todo hastiado. Las palomas dirigían esa rebelión colectiva, e incluso su teléfono celular confabulaba contra él pues cuando quiso hacer una llamada al servicio de control animales, la línea se interfirió por algunos segundos, frustrando la llamada. ¿Que?¿un grupo de pajaritos estupidos le harían la vida imposible a este presidentaso?¡De ninguna manera! Y salio casi corriendo de su despacho hacia la puerta. Debí advertirle, decirle que las palomas se lo comerían vivo, pero un extraño morbo, mezcla de ganas de verlo descuartizado por cientos de espíritus santos y aburrimiento porque esa mañana era viernes santo, y Ben Hur ya lo había visto como 200 veces, me detuvieron. Me acomode en la silla, el café supo mas delicioso que nunca y su aroma me transportaba a lugares insospechados, a bosques de ébanos y brisas marinas ni frías ni calientes. Tenia que pasar, era su destino, y era el mío estar ahí.